Que tu presencia, María,
nos ayude a vivir nuestra fe,
para proclamar, como tú, a todo el mundo
las obras maravillosas de nuestro Dios.

Nuestra fe es débil
como una mecha humeante,
haz tú que podamos brillar
como antorchas encendidas en el mundo.

En nuestro Bautismo
recibimos la luz de Cristo, tu hijo,
y nos convertimos en 'hijos de la Luz'.

Te pedimos que nos ayudes a ser fieles
a este don divino,
con el calor del amor que se comunica,
con la generosidad de nuestra entrega,
con la luz de la fe que se propaga.

Amén.



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